Unos novios que vivían fuera de España y que tenían muy claro que querían una celebración en la que pudieran estar con todo el mundo.
El lugar elegido fue un antiguo taller de escultura, con toques industriales.
Una cena tipo buffet con puestos de embutidos, quesos, barra de sangría, mesa de tortillas… reforzado con pinchos pasados (nuestro “mar y montaña” fue uno de los más alabados, junto con las croquetas de pollo al curry.
Una boda diferente, divertida y preciosa, hecha a la medida de los novios.
Gran satisfacción con el resultado.